Hoy soñé contigo.
Porque tengo tantas ganas de tus manos. Ganas de tus ojos, de tu aliento, de tu ser. Ganas de encontrar la forma de sentir lo que piensas y grabar en ti lo que siento.
Porque mi cuerpo últimamente se ha aferrado a buscarte, a pensarte, y yo no lo puedo alejar de ti. No me hace caso cuando le digo que no eres real, que no existes, no me hace caso cuando le digo que no te busque, que no te pida, que te deje ir.
No me deja matar la esperanza, que no deja de correr por mi cuerpo y acelerar mi corazón con la idea del simple hecho de saberte junto a mí.
Y cada vez es más difícil, porque cuando estás cerca de mí, aunque no sienta un dedo tuyo encima mío, empiezo a sentir cómo pierdo fuerza en las piernas, cómo mi cuerpo empieza a temblar, cómo mi respiración se corta, cómo mi corazón se para, cómo empiezo a perder…. Y aunque el mundo no lo note y aunque tú no te des cuenta, todo esto pasa en mi interior.
Y tal vez sólo quiero detenerlo todo, parar el mundo, impedirle a la realidad que continúe su curso normal, y así susurrarte que esto siento, que esto es lo que quiero, y cuánto te deseo. Y luego permitirle continuar, como si nada hubiera sucedido, y que así aunque sea viva en ti la idea de que esto me pasa por ti.
Ganas de respirarte, de robarte tu aire, de buscarte en mi cuerpo.
Ganas de sentirte, de poder asegurarme de que existes.
Porque quiero ser dueña de tus manos, de tus besos.
Y aunque sea un instante nada más, perderme. Y aunque sea luego regresar a la realidad y hacer como si nada pasó, sería suficiente.
Porque los minutos que corren en el tiempo son sólo instantes eternos, de segundos sin sentido, de tiempo indefinido, de ganas de ti.
Porque tengo tantas ganas de tus manos. Ganas de tus ojos, de tu aliento, de tu ser. Ganas de encontrar la forma de sentir lo que piensas y grabar en ti lo que siento.
Porque mi cuerpo últimamente se ha aferrado a buscarte, a pensarte, y yo no lo puedo alejar de ti. No me hace caso cuando le digo que no eres real, que no existes, no me hace caso cuando le digo que no te busque, que no te pida, que te deje ir.
No me deja matar la esperanza, que no deja de correr por mi cuerpo y acelerar mi corazón con la idea del simple hecho de saberte junto a mí.
Y cada vez es más difícil, porque cuando estás cerca de mí, aunque no sienta un dedo tuyo encima mío, empiezo a sentir cómo pierdo fuerza en las piernas, cómo mi cuerpo empieza a temblar, cómo mi respiración se corta, cómo mi corazón se para, cómo empiezo a perder…. Y aunque el mundo no lo note y aunque tú no te des cuenta, todo esto pasa en mi interior.
Y tal vez sólo quiero detenerlo todo, parar el mundo, impedirle a la realidad que continúe su curso normal, y así susurrarte que esto siento, que esto es lo que quiero, y cuánto te deseo. Y luego permitirle continuar, como si nada hubiera sucedido, y que así aunque sea viva en ti la idea de que esto me pasa por ti.
Ganas de respirarte, de robarte tu aire, de buscarte en mi cuerpo.
Ganas de sentirte, de poder asegurarme de que existes.
Porque quiero ser dueña de tus manos, de tus besos.
Y aunque sea un instante nada más, perderme. Y aunque sea luego regresar a la realidad y hacer como si nada pasó, sería suficiente.
Porque los minutos que corren en el tiempo son sólo instantes eternos, de segundos sin sentido, de tiempo indefinido, de ganas de ti.
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