Hay dos maneras de escribir un poema de amor
una con el corazón
dejar que salgan las palabras libremente sin ordenarlas
sin pensarlas así como vienen simples sencillas
sin puntos sin comas en su estado puro
sinceras espontáneas sin valor agregado
como un diamante en bruto
cursis tontas sentidas sin sentido melodramáticas ridículas
como el amor nuestro de cada día torpe e ignorante
naturales sin maquillaje para no sepultar el rostro
de una muchacha con la cara lavada en una fosa de palabras
refinadas cultas elegantes mentirosas en nombre de la belleza
y que nunca serán más bellas ni más creíbles que las verdaderas
palabras de amor que se dicen sin apuntador
los que se aman compulsivamente.
La otra manera de escribir un poema de amor es con la razón.
Eligiendo rigurosamente las palabras, una por una, por su brillo,
su vuelo, su sonoridad, reflexionando sobre cada verso,
buscando la rima, la forma, la métrica, la gloria, la posteridad,
tratando meticulosamente de ser original, inteligente, revolucionario;
analizando el contenido como un químico,
transformando la emoción en una metáfora racional,
comparando sustantivos y calificativos, siguiendo una lógica,
respetando reglas gramaticales, regulando la pasión, la intensidad,
el ritmo de los sentimientos, pensando en lo que se está escribiendo,
disponiendo metódicamente lo que se siente con la imaginación
para que el corazón no sea tan desordenado y el amor tan real.
Cualquiera de las dos maneras es valida,
cualquiera sirve para hacer un poema de amor.
La que no sirve, porque es falsa como una moneda de madera,
es escribir un poema de amor
sin haber estado nunca enamorado.
Gian Franco Pagliaro
una con el corazón
dejar que salgan las palabras libremente sin ordenarlas
sin pensarlas así como vienen simples sencillas
sin puntos sin comas en su estado puro
sinceras espontáneas sin valor agregado
como un diamante en bruto
cursis tontas sentidas sin sentido melodramáticas ridículas
como el amor nuestro de cada día torpe e ignorante
naturales sin maquillaje para no sepultar el rostro
de una muchacha con la cara lavada en una fosa de palabras
refinadas cultas elegantes mentirosas en nombre de la belleza
y que nunca serán más bellas ni más creíbles que las verdaderas
palabras de amor que se dicen sin apuntador
los que se aman compulsivamente.
La otra manera de escribir un poema de amor es con la razón.
Eligiendo rigurosamente las palabras, una por una, por su brillo,
su vuelo, su sonoridad, reflexionando sobre cada verso,
buscando la rima, la forma, la métrica, la gloria, la posteridad,
tratando meticulosamente de ser original, inteligente, revolucionario;
analizando el contenido como un químico,
transformando la emoción en una metáfora racional,
comparando sustantivos y calificativos, siguiendo una lógica,
respetando reglas gramaticales, regulando la pasión, la intensidad,
el ritmo de los sentimientos, pensando en lo que se está escribiendo,
disponiendo metódicamente lo que se siente con la imaginación
para que el corazón no sea tan desordenado y el amor tan real.
Cualquiera de las dos maneras es valida,
cualquiera sirve para hacer un poema de amor.
La que no sirve, porque es falsa como una moneda de madera,
es escribir un poema de amor
sin haber estado nunca enamorado.
Gian Franco Pagliaro
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