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SU TRENZA


BIEN venga, cuando viniere,
la Muerte: su helada mano
bendeciré si hiere...
He de morir como muere
un caballero cristiano.

Humilde, sin murmurar,
¡oh Muerte!, me he de inclinar
cuando tu golpe me venza;
¡pero déjame besar,
mientras expiro, su trenza!

¡La trenza que le corté
y que, piadoso guardé
(impregnada todavía
del sudor de su agonía)
la tarde en que se me fué!

Su noble trenza de oro:
amuleto ante quien oro,
ídolo de locas preces,
empapado por mi lloro
tantas veces..., tantas veces...

Deja que, muriendo, pueda
acariciar esa seda
en que vive aún su olor:
¡Es todo lo que me queda
de aquel infinito amor!

Cristo me ha de perdonar
mi locura, al recordar
otra trenza, en nardo llena,
con que se dejó enjugar
los pies por la Magdalena...

19 de marzo de 1912

2 comentarios:

vision femenina dijo...

Muy bonito, romántico y triste, muy original tu blog, hoy es el día de hacer blogs amigos, estoy encontrando blogs novedosos, con mucha magia....
soy andrea. saludos
vision-femenina.blogspot.com
reflejosfemeninos.blogspot.com

marissa vasquez dijo...

Gracias por tui visita y tu comentario....visitaré tus blogs.

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