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RESEÑA DE LA AMADA INMOVIL


Ni los porteros de la casa del número 15 de la calle Bailén de Madrid sabían de su existencia, pero Ana Cecilia Luisa Dailliez fue, desde 1901, la compañera escondida y secreta del poeta mexicano Amado Nervo, considerado en su tiempo uno de los grandes del siglo. De hecho, cuando fue nombrado secretario de la embajada de su país en España, su amante permaneció recluida en esa casa hasta que el 17 de diciembre de 1911 contrajo fiebres tifoideas y murió el 7 de enero de 1912. En la madrugada del 7 al 8 de enero, el poeta creó La amada inmóvil, mientras velaba el cadáver de Ana Cecilia. Desde esa fecha, y hasta enero de 1918, nacieron algunos de los poemas más emocionados de nuestras letras, poemas como "Gratia plena", o "Resurrección". O ese "7 de noviembre (1912)" escrito diez meses después de la muerte de la amada. Para nostálgicos y enamorados.



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Por Gonzalo Valdivia, en 16 de Diciembre de 2008

Amado Nervo (México, 1870-1919) dedica La Amada Inmóvil, un poemario en elegía a su fallecida compañera Ana Cecilia Luisa Dailliez, a quien conoció en París en 1901 y le acompañó hasta 1912, dejándolo solo y desgarrado a la edad de 41 años. Nervo elucubra todo tipo de conjeturas sobre la naturaleza de la muerte y la vida en el más allá, de origen católico, no pierde la esperanza en Dios y le pide compasión mientras le ofrece en sacrificio su dolor por el descanso de su amada.

En este dolido poemario, Nervo comienza cada una de las 10 partes en que se divide el poemario con una serie de pensamientos tomados de escritores canónicos como Saudi, Verlaine, Lao Tse, Maeterlink, etc. Su poemario oscila del desconsuelo a la esperanza, de la idea de la pérdida por la contingencia del mundo físico y el miedo a la aniquilación del alma, hasta la esperanza en la Eternidad, ofrecida en el mensaje de Cristo, mientras sufre profundamente, lucha por recordar a Ana al paso del tiempo.

Las virtudes de la amada: Ana es recordada en todas sus virtudes, hasta que el mismo Nervo sólo la llama Ideal, al ir cerrando su poemario. El recuerdo de Ana se recrea en un periodo de 11 meses que se elabora el poemario, donde esta joven mujer es evocada por su hermosura, delicadeza, el recuerdo material de una trenza rubia suya y algunas de sus pertenencias como un sombrero, un chal y frascos de perfume, pero sobre todo por su valentía en la agonía, como mujer frágil, piadosa e irremplazable.

Nervo vincula su dolor y su poemario al canon literario recordando a autores como Dante Alighieri que evocó a Beatriz en la Divina Comedia. Ana es recordada por su juventud, su espíritu apacible, por brindar felicidad con sus besos y caricias a Nervo, la bendice y la representa bienaventurada en la muerte, incluso santa por su bondad, que sirve a Amado Nervo para obrar bien hasta el fin de sus días y no perder la oportunidad de verla en la eternidad, para lo cual desea morir lo más pronto.

Ana pasa de una tierna muchachita a un fantasma, un espíritu celeste y elevado, la ubica en la contemplación de la verdad, a un nivel superior de entendimiento que no se llega fácilmente en el mundo físico, sino con la videncia. Nervo pasa de la resignación a la desesperación, sólo se aferra al amor esperando que este venza a la muerte. El poeta se esfuerza por mantener puro el recuerdo de su amada, aunque a veces lo sienta difuso, para recuperar a su amada en el ideal la ve como luz al final en un celaje.

La purificación por el dolor: Nervo aspira a encontrarse con su amada, por eso espera obrar piadosamente el resto de sus días. Solo tiene certeza de la fatalidad, que es irreversible. Nervo aspira a la buena muerte, esa muerte que le quitó a su amada, la cual mató a mansalva a la delicada mujer, para luego reconciliarse con ella y llamarla la santa muerte, en una recuperación del ideal cristiano de la visión del fin de la vida en la tierra como una ley más que como un castigo.

Nervo vivió solo 7 años más después de la muerte de su amada, en efecto lo consumió el dolor. Aún en su sufrimiento guarda la esperanza de ver a Ana en el más allá e incluso de estar con ella en la resurrección, del budismo toma la noción de Karma, como una huella de bien y de tristeza que deja su joven compañera al morir. Esta huella se materializa en un olor a rosa, que es también símbolo de la poesía. Nervo siente su vida como un ir muriendo, un tránsito inevitable para dejar de sufrir.

Nervo ve el resto de su vida como una especie de purgatorio, mientras su vitalidad es devastada por la soledad y el deseo de ir hacia su amada. Por esto el poemario comienza con el ofertorio de su dolor a Dios, siendo todo lo que tiene para ofrecerle, y para no dudar de su fe y convencer de su determinación al lector, duda del conocimiento alcanzado por los metafísicos Kant, Nietzsche y Schopenhauer. El poeta debe purificarse para acercarse a su amada ya elevada por el sufrimiento.

La vida espiritual como esperanza: El poemario es un diálogo entre la desolación y la esperanza, para esto recurre a las citas de autoridad de varios escritores que ven la muerte como un paso necesario hacia el misterio. Se pregunta donde y cómo será el sitio donde se encuentra Ana, pero mantiene la esperanza de que su noble compañera esté en el paraíso, pues tocando a fondo su dolor, solo vive de la fe cristiana. El deseo de vivir en espíritu es su único anhelo cuando ya no tiene motivación en el mundo material.

En su mayor desapego por la vida, Nervo llama a la muerte “bendito agujero negro”, pues ve al final de la vida material como un descanso al dolor. El poeta se llega a sentir un fantasma, una sombra de lo que fue, con su corazón muerto y enamorado de una muerta. Amado Nervo invita a la muerte a que tome su vida pronto, pues no encuentra justificación para continuar alejado de Ana, quien con sus virtudes en vida y su penosa agonía se ha purificado y sublimizado.

Todo el poemario es una larga elegía, cuyos poemas tienen títulos distintos, pero se comunican por el dolor ante la muerte, la esperanza en una vida espiritual como redención por el sufrimiento, y el reconocimiento de las virtudes de Ana, que han elevado su espíritu. El espíritu piadoso de Nervo, le permite vislumbrar esta salida al sufrimiento, pues afirma que varias veces estuvo tentado a suicidarse con una Browning de balas blindadas, pero se dio cuenta del error de esa vía.

Conclusión: Nervo ha traspasado las barreras del dolor en este poemario, al punto de vivir una muerte en cuenta regresiva, siente un acabamiento de su fuerza y voluntad, que lo desprenden del mundo, pero antes de consumirse por completo, movido por su espíritu piadoso, ofrece su dolor a Dios, para rogar por Ana y pedir misericordia para él mismo, a fin de purificarse de sus pecados y tener la gracia de ver a su amada en el más allá, de cuya naturaleza beatífica no desconfía.

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